Fisiología de la Inflamación

La inflamación es un mecanismo regulador central para mantener la homeostasis tisular.

Comúnmente la inflamación se asocia con muchos trastornos prevalentes, y la inflamación descontrolada se considera como un actor clave en muchas enfermedades crónicas asociadas al envejecimiento de la sociedad Occidental. A pesar de esta asociación, no toda respuesta inflamatoria es necesariamente dañina; más bien, la inflamación tiene un papel fisiológico esencial en la respuesta al estrés, a los estados tisulares disfuncionales y a la injuria. La inflamación que es causada por células estresadas, apoptósicas, o por cambios metabólicos, funciona como una extensión de la capacidad auto reguladora del organismo y ayuda a mantener y/o reparar un estado funcional saludable del tejido. Un conjunto de moléculas regula la respuesta inflamatoria. Las moléculas actúan limitando la intensidad y la duración de la respuesta inflamatoria y permiten que ocurra la resolución (resultado ideal de la inflamación aguda). Ocurre patología cuando la inflamación no se puede resolver; se convierte en crónica y es mantenida por circuitos de retroalimentación positiva.

La importancia de la fisiología de la inflamación al responder a los estresores y restaurar la autorregulación revela que el proceso inflamatorio regulado no es dañino en sí mismo; más bien, una respuesta inadecuada a una inflamación, o excesiva o insuficiente, es lo que conduce a patología. La resolución de la inflamación es un proceso activo gatillado a nivel tisular, en el cual mediadores endógenos anti-inflamatorios y pro- resolutivos contra-regulan activamente el inicio de la inflamación, para promover la resolución. Mientras que las consecuencias patológicas de la inflamación que no se resuelve incluyen daño tisular, cicatrización y fibrosis, la inflamación aguda es necesaria para volver a la salud desde un estado de enfermedad.